Emanan
del ser humano sentimientos continuos que a veces lo hacen más persona y a veces lo hacen más animal.
Sentimientos
que pueden maltratarnos o sublimarnos a un mundo de felicidad.
Sentir
que te falta el aire, el pecho oprimido y el alma partida, como si de un
cristal se tratase.
Amanece
y el día te parece nublado, porque está nublado en tu interior.
Amanece
en tu interior cuando eres feliz. El brillo de tus ojos ilumina tu rostro
dándole frescor. Un arroyo de sensaciones te limpia por dentro y te hacen
receptiva a todo lo que ves. La ilusión, la alegría, te hacen disfrutar de un
mundo maravilloso, de una vida demasiado corta que quisieras eternizar.
Es el
ser humano tan perfecto, que también tiene algo de animal.
Un
ataque a la persona, una herida en el alma y es suficiente para encender una
mecha que puede no arder. Percibir una injusticia, por la que crees que debes
luchar…Y luchar hasta perder las fuerzas porque seas un abanico abierto y no te
puedas cerrar.
Deseando
sentirse animal, porque el animal no piensa, es instintivo, espontáneo, libre
de hipocresías…Es simplemente animal.
Cuando
vuelves a ser persona, te planteas, si es bueno ser persona, si es bueno ser
animal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario