Éramos un grupo de jóvenes inconscientes, disfrutábamos de
la vida sin preocuparnos de nada porque en aquellos momentos el futuro no
existía. Vivíamos el presente con tanta intensidad como sólo la juventud te
puede permitir. Las risas inundaban el ambiente y nos embriagaban de felicidad.
Paseábamos por una calle oscura, larga y angosta, una calle
de Granada con herencia arabesca que inundaba la noche de misterio. De pronto,
se abrió una persiana y salió un personaje un tanto peculiar. Extremadamente
delgado, estatura media, pelo rubio y un acentuado acento inglés que lo hacía
aún más peculiar. A nosotros nos parecía mayor, pero quizás fuera joven, cuando
tienes 19 años todo el mundo te parece muy mayor.
Nos pidió que entráramos a su local y aunque a todos nos
produjo cierta desconfianza la curiosidad de la juventud nos impulsó a caminar
en dirección a lo desconocido. Las puertas se cerraron con un mando automático,
algo moderno para la época, como todo lo que allí había. Nuestros amigos se
pusieron algo nerviosos mientras nosotras observábamos ensimismadas el local
donde nos habíamos metido.
Una pantalla gigantesca colgada en aquella pared desnuda y
blanca como la nieve, cinco o seis sillones delante de ella, aquella zona
simulaba un salón de cine muy moderno.
Al otro lado un mapa gigante con todos
los continentes unidos y en el resto del local se veía una barra de
bar con todo tipo de bebidas, parecía un bar de ambiente en pequeño, limpio y
bien ordenado.
¿Queréis beber algo?-preguntó aquel personaje en un español algo torpe y un acento guiry que delataba su
identidad. -¡No, no, no! Contestamos todos a una haciéndonos conscientes por
unos segundos de nuestra imprudencia…Yo no había bebido, pero estaba embriagada
por la aventura y la curiosidad…Y el
resto del grupo embriagado por el alcohol comenzó a inspeccionar el local y
hacer preguntas curiosas a aquel inglés españolizado.
Nos habló del esperanto, una lengua internacional y
planificada, desarrollada con el objetivo de servir de medio de comunicación
común por encima de las diferentes culturas, con una característica distintiva:
su neutralidad, la ausencia de privilegios para los hablantes de un idioma nacional
concreto. Lo escuchábamos con los ojos como platos, seducidos por un tema
novedoso para nosotros del que nunca habíamos escuchado hablar. En nuestras
cabezas comenzó a pulular la palabra “loco” debido a nuestra ignorancia sobre
este tema.
Después nos habló de la pangea, el creía en la unión de
continentes de una forma figurada, para conseguir la unión mundial y evitar las
guerras, creía en la paz mundial y se aferraba a esa utopía como a un clavo
ardiendo.
A medida que la noche avanzaba el ambiente se hacía
distendido y aquel personaje consiguió envolvernos con sus palabras…Nos puso un
video musical y nos sentamos con curiosidad para ver de qué se trataba. Era
música africana, y los cantantes acompañaban esta música con una especie de baile
africano. Una música poco industrializada, fuera de nuestra época, carente de
significado para nosotros pero no por eso menos bella. Nos levantamos para
bailar movidos por la locura de la juventud y más que bailar hicimos tonterías
hasta la saciedad con el único objetivo de divertirnos.
El inglés parecía
disfrutar de nuestra locura y sonreía ensimismado mirando al vacío.
Decidimos marcharnos y al abrirse la persiana automática
descubrimos que había amanecido.
Fue una noche especial en que las horas pasaron convertidas
en segundos y nosotros nos sentimos diferentes…
Y han pasado 25 años y aún recuerdo a ese “loco”, un loco
que intentaba salirse de una sociedad dirigida y manipulada, un loco que
luchaba por la paz y por la unión entre lenguas, un loco que vivía en su mundo
y creía en él… y al igual que el escritor Jalil Gibran Jalil yo me pregunto ¿Quién
es el loco?...
Vivimos en una sociedad manipuladora, consumista y todos
bailamos al mismo son porque nadie puede ser diferente.
Es el cielo azul porque así nos lo pintan, y yo lo quiero
ver rojo, rosa o anaranjado que es como quiero que sea, que es como quiero
verlo… Así que ese día cuando llegué a casa dibujé un árbol azul y lo guardé
con la única esperanza de no perder mi identidad, de no diluirme entre las
masas para convertirme en un sin nombre en una mujer de humo como en “ Momo”.
Me gustaría recomendar un cuento relacionado con este tema para trabajar en infantil "HERMES EL ELEFANTE" Un elefante diferente
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